Reconocer la importante
contribución de los fertilizantes en el incremento de la producción agrícola, y
en consecuencia en la producción de alimentos, fibras e incluso de energía,
contrasta severamente con el carácter negativo de las informaciones que se
vienen vertiendo actualmente sobre la utilización de fertilizantes en las
explotaciones agrarias por parte de amplios sectores de la opinión pública, e
incluso desde algunas entidades públicas y privadas.
Se sabe que el hombre
comenzó a cultivar las tierras desde hace miles de años, pero la historia de la
fertilización se inició cuando los agricultores primitivos descubrieron que
determinados suelos dejaban de producir rendimientos aceptables si se
cultivaban continuamente, y que al añadir estiércol o residuos vegetales se restauraba
la fertilidad.
El origen de la industria
mundial de fertilizantes se inició a mediados del siglo XIX, periodo en el que
se empezaron a comercializar diversos tipos de fertilizantes.
El importante incremento
de la población mundial en los últimos años viene exigiendo un constante reto a
la agricultura para proporcionar un mayor número de alimentos, tanto en
cantidad como en calidad. Desde el inicio del siglo XIX, la población mundial
se ha incrementado.
Para alcanzar el reto de
poder incrementar la producción agrícola para abastecer al crecimiento de la
población, únicamente existen dos factores posibles:
• Aumentar las superficies
de cultivo, posibilidad cada vez más limitada sobre todo en los países
desarrollados, lo que iría en detrimento de las grandes masas forestales.
• Proporcionar a los
suelos fuentes de nutrientes adicionales en formas
asimilables por las
plantas, para incrementar los rendimientos de los
cultivos.
Esta opción es posible
mediante la utilización de fertilizantes minerales, con cuya aplicación
racional se ha demostrado, en los
ensayos de larga duración, el gran efecto que ha tenido en el incremento de los
rendimientos de las cosechas, obteniendo a su vez productos con mayor calidad.
Los fertilizantes, utilizados de forma racional, contribuyen a reducir la
erosión, acelerando la cubierta vegetal del suelo y protegiéndolo de los
agentes climáticos.
Asimismo, la necesidad de
obtener actualmente nuevas fuentes de energía abre un nuevo campo para la
agricultura, y la aplicación adecuada de fertilizantes debe contribuir a
conseguir este objetivo ya que la biomasa es una fuente principal para la
obtención de energía renovable.
En definitiva, gracias a
los fertilizantes se alcanzan los siguientes retos:
• Asegurar la
productividad y calidad nutricional de los cultivos, ofreciendo una seguridad
alimenticia e incrementando el contenido de nutrientes de las cosechas.
• Evitar la necesidad de
incrementar la superficie agrícola mundial, ya que sin los fertilizantes habría
que destinar millones de hectáreas adicionales a la agricultura.
• Conservar el suelo y
evitar su degradación y, en definitiva, mejorar la
Calidad de vida del
agricultor y de su entorno.
• Contribuir a la mayor
producción de materia prima para la
obtención de energías alternativas.
Fuente:anffe
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